"Creíamos que podíamos controlarlo", asegura al NYT, "y está fuera de nuestro poder de control. Sus estímulos van directamente a los centros de placer de cerebros en desarrollo; está más allá de nuestra comprensión como padres normales". Anderson tiene cinco hijos y 12 reglas tecnológicas: antes de entrar en el instituto, nada de móviles fuera del periodo estival; nada de pantallas en dormitorios, bloqueo de contenidos en la red local, nada de redes sociales hasta los 13 años; iPads completamente prohibidos y todo el tiempo de pantalla controlado por Google Wifi controlado por él mismo desde su iPhone. En casos de mal comportamiento, el niño se queda sin internet durante 24 horas. "No sabía lo que estábamos haciendo con sus cerebros hasta que comencé a observar los síntomas y las consecuencias".